Narakajmanta

Historia

La historia de la comunidad indígena Nara Kajmanta, en la Sierra Nevada de Santa Marta, es un relato de tenacidad, resistencia y conexión con la tierra ancestral. En 1996, cuatro familias ETTE-ENNAKA se vieron obligadas a abandonar sus hogares en Issa Oristunna y Monterrubio debido al desplazamiento forzado. Durante cinco años, sobrevivieron en la granja de CORPAMAG en Santa Marta, luchando por recuperar su tierra.

En 2001, con el apoyo de individuos como Rafael Mendinueta, Juan Carlos Jiménez, José Carmona, Marta Cecilia Jiménez Sanchez y CARLOS GAMARRA TERNERA. Así como de una ONG internacional y USAID, estas familias lograron comprar la finca “Mi Recuerdo”. Este hito marcó el nacimiento del asentamiento Nara Kajmanta, un lugar donde las casas amplias y bien construidas se convirtieron en testigos de la resiliencia de la comunidad.

La conexión espiritual con la tierra se refleja en los sitios sagrados de Nara Kajmanta: uno mirando hacia la montaña, otro junto a una quebrada y “La Olla”, un lugar de purificación junto al río. Estos espacios son símbolos de la relación profunda y respetuosa de ETTE-ENNAKA con la naturaleza.

Hoy, Nara Kajmanta alberga a más de 200 personas en 66 familias, con periferias que suman 18 familias más. La comunidad sigue siendo un faro de resiliencia, con una visión de preservar su cultura y tradiciones para las generaciones futuras. Su historia es un testimonio de cómo el espíritu indomable y la conexión con la tierra pueden resistir los desafíos y forjar un futuro de esperanza y unidad.

Misión

La comunidad indígena Nara Kajmanta, parte integral de los pueblos ETTE-ENNAKA en la Sierra Nevada de Santa Marta, se compromete fervientemente a preservar y fortalecer su rica herencia cultural y espiritual. Guiados por la sabiduría ancestral, nuestra misión es perpetuar la conexión profunda con la tierra y sus elementos sagrados, sosteniendo una identidad arraigada en la armonía con la naturaleza.

Nuestra misión es rescatar y transmitir a las futuras generaciones los conocimientos, tradiciones y valores de los ETTE-ENNAKA, tejidos en la trama de nuestras viviendas amplias y cuidadosamente construidas. A través del respeto y la preservación de los sitios sagrados, como la montaña, la quebrada y “La Olla”, honramos nuestra relación sagrada con el entorno.

Promovemos la unidad comunitaria y la solidaridad, manteniendo nuestras familias y periferias como piezas fundamentales de nuestra identidad colectiva. Nuestro asentamiento, Nara Kajmanta, es un testimonio de la resiliencia y la lucha por recuperar nuestra tierra ancestral tras el desplazamiento forzado.

En consonancia con nuestra historia y enfoque espiritual, nos esforzamos por preservar la diversidad de la flora y fauna que nos rodea, contribuyendo así a la sostenibilidad del ecosistema de la Sierra Nevada de Santa Marta. En resumen, la comunidad Nara Kajmanta se compromete a ser guardianes de la cultura ETTE-ENNAKA, perpetuando la tradición, la conexión con la tierra y la espiritualidad que definen nuestra existencia.

Visión

Nuestra visión como comunidad indígena Nara Kajmanta es ser un faro de inspiración y un ejemplo de cómo la armonía entre la cultura ancestral y el entorno natural puede guiar a un futuro sostenible y enriquecedor. Visualizamos un mañana en el que nuestra comunidad continúe floreciendo, manteniendo vivas las tradiciones y la identidad de los pueblos ETTE-ENNAKA en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Nos esforzamos por fomentar la educación, nutriendo el conocimiento de las generaciones venideras sobre nuestras raíces, la tierra y la espiritualidad. Queremos que Nara Kajmanta sea un espacio donde la juventud aprenda de la sabiduría de los ancianos y viceversa, construyendo un puente entre el pasado y el futuro.

Como custodios de la naturaleza, aspiramos a ser un ejemplo en la conservación ambiental, utilizando prácticas sostenibles y respetuosas con el entorno. Visualizamos la coexistencia armoniosa entre la comunidad y la biodiversidad circundante, demostrando que es posible prosperar sin comprometer la tierra que nos alimenta.

Miramos hacia adelante con optimismo y compromiso, aspirando a fortalecer nuestras alianzas con otras comunidades indígenas, organizaciones y entidades comprometidas con la justicia social y la preservación cultural. Buscamos ser un faro que guíe a otros en su búsqueda de equilibrio entre lo tradicional y lo moderno, lo espiritual y lo pragmático.